sábado, 22 de agosto de 2009

WRONG

Un amor equivocado subsume en su condena toda pena del amor: un destino inapelable a la censura. Más no reniega del silencio, porque es en sí mismo inefable: no puede hablar y no quiere ser dicho. Porque su nominación es infructuosa: con qué sentido nombrar algo que hiere en su imposibilidad y, en todo caso, qué palabras hilar para esbozar algo que no podrá ser definido. Amor equivocado y equívoco.
No puede más que cualificarse como el amor incapaz de acto, sin razón de ser. Resignada potencialidad que se relame las heridas jamás prontas a sanar. Y lo sabe. Y tal vez se resigne incluso a relamerse.
No registra desesperanza, desilusión ni derrota. Sólo el amor imposible puede adjudicarse tan bellas ideas. El amor equivocado nace sabiendo su incorrecto existir y consciente de que le espera la nada. Es primero equivocado antes que imposible. Y es las dos cosas. Pero por equivocado ni las fantasías conoce.
Muerto en vida. Vagabundo, sin lugar y en todos lados. Apéndice que no sirve más que para doler.
Y yo les digo que cada día es coartado, maltratado, pero parece no tener la docilidad del bonsái. Quizás porque equivocado e imposible aún así es amor. Y al amor uno no lo doblega voluntariamente.
Sin marchitarse marchita todos sus días, ya desde la noche. Y no deshoja preguntas, no ve más allá de su propia fatalidad. No puede dar un paso siquiera a un costado de su determinismo. ¡Tan sólo fuese un dulce imposible que ensayase pensar en sueños la imposibilidad de ser correspondido, también, en secreto! Ya un sueño le daría una inimputable razón de ser. Y sería algo en un sueño…
Regocíjense quienes cargan un corazón quebrado por una mujer. Regocíjense, si lo así lo sienten, quienes carguen un corazón quebrado por esta mujer que escribe…
Pues he aquí una mujer que esconde la carga de un amor equivocado.